domingo, 8 de marzo de 2009

DIA DE LA MUJER con FLORENCE THOMAS, igualdad entre el hombre y la mujer.

Mujer de mujeres

Foto :Cortesía Revista Semana / Especial para El País
Matices. En defensa del feminismo, Florence Thomas defiende y ama a los hombres que reconocen la diversidad y respetan las diferencias con las mujeres. Se declara una madre privilegiada y defiende el aborto.


Florence Thomas dedicó su vida a luchar por la igualdad de derechos en Colombia. Sin negar su feminidad ni renegar de los hombres, reclama equidad en la diversidad. La otra orilla.
1. Señora tan brava

La mirada regañoncita de esos ojos grandotes que rara vez parpadean; las líneas severas a lado y lado de labios poco dados a sonreír; las manos sobre el regazo en actitud de quien toma la lección; las gafas que cuelgan de una cadena; las erres arrastradas; la ropa seria y hasta el pelo corto hacen ver a Florence Thomas como una señora bravísima, de esas que debían amarrar para que amamantara a los hijos.
Y cuando habla de las mujeres, de sus derechos, de su revolución, de volverlas visibles, con una elocuencia y un carisma que asustan, muchos hombres (y muchas féminas) no se la aguantan y la acusan de soliviantar las faldas contra los pantalones. Y no falta quien diga que eso de tener nombre de mujer y apellido de hombre es de lesbiana. Desde entonces, entrevista más, entrevista menos, doña Florence debe afirmar de qué lado no está: “¡Yo no soy lesbiana!”.

En realidad, es francesa. Exactamente, normanda, de Rouen, 1943, fecha calculada, porque jamás la dice. Eran los tiempos de la ocupación nazi, cuando la svástica ondeaba en la torre Eiffel y aquello de “liberté, fraternité et egalité” era lema del pasado. Años de privaciones, aún después de desalojados los tudescos y reconstruido el país. Sin duda, ello debió contribuir a formar el carácter templado de la jovencita, quien, en esos años difíciles, tuvo cómo estudiar sicología en La Sorbona de París y hacer un magíster en psicología social. Allá supo que en su país se reconocía a la mujer como sujeto de derechos.
En París conoció también al colombiano Manuel Morales, quien le robó el corazón a la joven psicóloga, al punto que dejó todo para radicarse en ‘la Colombie’, de la cual apenas sí sabía que era el país del hombre que amaba.
Llegó en 1967, cuando tenía 24 años. Edad tierna hasta para alguien tan serio como ella. “Cuando llegué, no encontré mujeres sino mamás y no encontré padres sino machos. La maternidad era un proyecto de vida que teníamos que asumir como una especie de fatalidad biológica”, ha dicho varias veces.

En lugar de espantarse y regresar a su relativamente feminista Francia, la psicóloga se encantó con un país de gente simpática, frutas exóticas y estudiantes encapuchados a los cuales dejaba entrar a sus clases en la Universidad Nacional de Bogotá a gritar consignas y decretar paros.
Otra razón más para quedarse: en 1969 nació el primogénito, Patrick Morales Thomas. En el 73 llegó el segundo, Nicolás: “Ellos se sentían orgullosos de que fuera profesora de la Universidad Nacional. Incluso Nicolás jugaba con muñequitos miniatura a los policías y encapuchados, simulando las pedreas”, suele contar la señora Thomas. Y mientras más conocía Colombia, más se acentuaban en ella las ideas feministas que se apoderaban de Europa.
Supo que en la ‘Nacho’ había otras profesoras con pensamientos parecidos: María Eugenia Martínez, Yolanda Puyana, Juanita Barreto, Imelda Ramírez, Guiomar Dueñas y Lía Yaneth Fuentes.
Comenzaron a reunirse los jueves a mediodía en la oficina de la francesa, para leer literatura feminista y adoptaron ‘El segundo sexo’ de Simone de Beauvoir como una especie de credo de género.
Afuera, en los corredores corrían comentarios mordaces, despectivos y hasta insultantes de las más viperinas lenguas masculinas contra las ‘siete magníficas’ encerradas en el cubículo. No era sino curiosidad de saber qué pasaba y despecho por tener vedado el acceso.

Así surgió el grupo Mujer y Sociedad, en 1985. Su bandera fue el feminismo como factor de cambio social. Curiosamente, ya en ese momento las fundadoras, todas, estaban divorciadas. El primer gran golpe de opinión fue el simposio ‘Mujer y vida cotidiana’, al cual asistieron más de 300 mujeres de todo el país, hecho sin antecedentes. Y después fue el curso ‘La cuestión femenina’, que lleva casi dos décadas y aún dicta.
Los primeros hombres cercanos al grupo fueron los dos hijos de Florence: “Un día una estudiante nos contaba angustiada que estaba embarazada y no se sentía preparada para ser madre. En ese momento uno de los niños le preguntó con total inocencia: ¿y vas a abortar? Siempre hablé con franqueza con mis hijos, nunca les oculté nada”. Ambos crecieron con la convicción de la igualdad de géneros. Uno de ellos hizo a Florence abuela. Desde entonces, la profesora francesa recorrió todo el país en defensa de los derechos femeninos.

Tanto se apasionó, que cayó enferma a finales de 2007: “Ahora lo tomo con más calma, pero con el mismo compromiso”. Florence ya está pensionada de la Universidad Nacional, pero sigue al frente del grupo Mujer y Sociedad.
Han pasado 42 años desde que llegó a Colombia y se siente satisfecha de que su lucha no ha sido en vano. Y sus ojos grandotes de mirada regañoncita muestran total convicción.
2. El man de Thomas

El feminismo en Florence Thomas no es de esos -todo hay que decirlo- surgidos por sustracción de materia... física, abonados con resentimiento y multiplicados por retaliación contra todo lo que huela a hombre. Pues no.
La considerada principal y más radical feminista de Colombia, llegó a serlo por convicción y no por ser “amargada, bigotuda y lesbiana” o porque los hombres la hubieran maltratado. Por el contrario, “soy privilegiada y por ser privilegiada demando las mejores condiciones para las mujeres. Quiero acabar con ese prejuicio de que las activistas son amargadas, frustradas en las relaciones con los hombres”, dice con esa energía que termina por espantar a muchos de estos.
Lo suyo no es la supremacía, sino la igualdad. Ni las mujeres arriba y los hombres abajo, como predican algunas; ni estos en la cima y aquellas en la sima, como dicen que es lo natural. Por eso, conoce tan bien la contraparte, como defiende la parte. Y como una y otra se acercan a través del amor, la subleva el principio según el cual, “sin un hombre al lado no somos nada”.

Reconoce y reclama la diferencia en el amar: hay que aceptarlo, “en el amor los hombres son cobardes, pues han sido educados para el poder, la palabra, el saber. El machismo les ha mutilado ese lado de las emociones y los afectos. No son capaces de expresar afectos y emociones en público, porque creen que los van a tratar de pobres maricas”, suele sentenciar.
"Lo más complicado del amor es pasar del hombre soñado, del que uno se enamora, al real con sus virtudes y defectos”.En cambio, “nosotras hemos sido más educadas para el corazón, la emoción, la intuición, más humildes, reconocemos más fácilmente que un hombre que estamos mal”.
Desde esa perspectiva, el amor debe evolucionar en consonancia con los derechos de las mujeres, pues “uno no puede enamorarse como en el Siglo XIX: el amor no puede seguir siendo tan ciego”.

Y así como el hombre debe saber con qué mujer se mete, ésta debe conocer cómo piensa él: “Con el hombre amado hay que saber qué significa para él la fidelidad, hay que prever el posible final del amor para que cause menos dolor.
No podemos seguir creyendo que el amor es para toda la vida”. Lo cual asusta a muchos, para quienes, según afirma Florence, “es muy inquietante ver que las mujeres avancen, porque para ellos son una competencia. Lástima, porque el mundo necesita construirse hombro a hombro, hombres y mujeres juntos”.

Léase bien, juntos, no ella encima de él. Principio que aplica para sí misma, desde cuando se separó de Manuel Morales y recuperó su espacio. Hoy en día, en éste podrá haber “medias y calzoncillos de vez en cuando al pie de mi cama, pero nunca más en mi armario”.

Si no es necesario un hombre permanente al lado, tampoco un Día del Hombre, equivalente al de la mujer, pues “todos los días del año son del hombre. Nosotras sólo tenemos uno. El mundo ha pertenecido a los hombres, han escrito la historia, han hecho la cultura. Mientras esto sucedía, ¿sus mujeres qué hacían? Cuidaban a los niños en el patio de atrás”.
En conclusión, el Día de la Mujer es “para que piensen en nosotras no como mamás sino como mujeres”. Tal vez por ello, y por otras cosas, se alegra de haber tenido hijos y no una hija: “En una cultura tan machista como la colombiana, uno se ve en la contradicción de si protegerlas de este medio tan violento y al mismo tiempo volverlas autónomas y libres. No sé si habría sabido educar a una hija”.
3. Feminismo futurista ¿Qué falta por hacer en el feminismo?
Mucho, porque en Colombia hay un ambiente de guerra que propicia la violación de todos los derechos. Yo creo que además de buscar la paz posible, hay que seguir trabajando contra las violencias: las conyugales, las intrafamiliares, las violaciones sexuales.

Falta ganar en participación política: en Colombia apenas el 11% son mujeres, cuando lo mínimo sería 40%, si hablamos de una democracia, que no anda sin las mujeres. Y esto es muy complicado, porque toca cambiar las maneras de pensar machistas.
También debemos trabajar por los derechos sexuales y reproductivos, aunque hemos avanzado bastante. Hemos tenido victorias muy grandes, como la sentencia de la Corte Constitucional que permite el aborto en casos excepcionales.
¿Si Colombia en lugar de ser una sociedad patriarcal fuera matriarcal, habría menos guerra?
No sabría decirle, pero tampoco queremos una sociedad matriarcal. En absoluto pretendemos que los hombres pierdan el poder para tomárnoslo las mujeres.

El feminismo del Siglo XXI es el de la convivencia; no queremos renunciar a amar a los hombres, hola, sino convivir con ellos. No hay nada más rico que vivir con un hombre. El matriarcado sería lo mismo que el patriarcado, pero a la inversa.
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Usted habla también a nombre de los homosexuales y las lesbianas.
Hay miles de maneras de ser feminista y mi feminismo se preocupa por todos los grupos a los cuales vulneran sus derechos: homosexuales, ancianos, niños, discapacitados, negros, etcétera.
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El feminismo abarca no sólo a las nacidas como mujeres, sino aquellos que teniendo cuerpo masculino se sienten mujeres y a los hombres que reconocen su parte femenina...
Faltó mencionar a los ‘transgeneristas’, a los seres que están encerrados en un cuerpo que no es el suyo. Pero de esto es muy difícil hablar en Colombia. Si a los hombres les cuesta reconocer su parte femenina, a las mujeres les cuesta admitir su parte masculina. No, porque desde que nacimos estamos metidas en un mundo de hombres, que no fue ideado para nosotras. Por ejemplo, nos toca ser vehementes y hablar duro, para que nos escuchen. En cambio, a los hombres que asumen su feminidad los tratan de maricas.
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¿La aparición o el reconocimiento de los sexos intermedios indica que la especie humana evoluciona hacia un género único? ¿Seremos una especie hermafrodita? Ojalá que no. Vamos es hacia un mundo de la diversidad, en que podamos reconocernos hombres, mujeres, homosexuales, lesbianas, transexuales, andróginos. Sería terrible una especie con un sexo único. Daría tristeza tener un solo ser humano, pues nos privaría de aprender de la diferencia y la diversidad. Y no hay que confundir esto con igualdad, pues se trata de tener iguales derechos en todos los aspectos de la vida, manteniendo la diferencia existencial. Yo quiero seguir siendo mujer segura de la diferencia con los hombres.
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¿Por qué las feministas pierden la feminidad?
De pronto algunas, porque no hay una sola manera de ser feminista. Por eso no me gusta que digan que yo soy el prototipo de las feministas. Otras hablan de otras maneras y, sí, unas están en el límite con lo masculino. Yo no.
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¿Cómo es el hombre ideal para una feminista?
Solidario con nuestras luchas, reconciliado con su feminidad, compañero, con quien se pueda dialogar sin esperar como respuesta un chiste machista. En sus propias palabras
"Ese paso de la casualidad de haber nacido mujer a la conciencia crítica de serlo en una sociedad machista, no es fácil”.
"Queremos seguir amando a los hombres. Es rico para una mujer despertar al lado de un hombre”. Florence Thomas, feminista francesa.
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Escritora Ha escrito libros como:

‘El macho y la hembra reconstruidos’ (1985)

‘Los estragos del amor’ (1995)

‘Conversación con un hombre ausente’ (1997)

‘Palabras en el tiempo’

‘Género: femenino’

‘La mujer tiene la palabra’
(Articulo tomado del periodico EL PAIS Cali-Colombia, "VIVIR" ediciòn marzo 08/09)
Para mi no es ser feminista promover la igualdad en una pareja. Todo lo contrario, construir juntos es un regalo que se debe alimentar. Igualdad de ambos sexos.
FELIZ DIA A TODAS LAS TACITAS DEL MUNDO y a todas las mujeres !
Virginia Hernàndez
Fundadora TEA CUP Francia.

1 comentario:

  1. estimada y respetada Florence Thomas su manera de ver al hombre y a la mujer me llaman mucho la atencion y su forma de construir un mundo en el que el hombre y la mujer puedan vivir juntos en armonia es maraviloso.Para mi usted es una mujer a la cual admiro mucho por su concepcion de ver el mundo o por su emprendedora labor con las mujeres muchos de sus escritos me han ayudado a que otras mujeres se den cuenta de que nunca es tarde para reconstuir su pasado y el de nosotros los hombres
    le deseo lo mejor a usted y a su familia
    ATT Leifer Hoyos Madrid
    estudiante de artes plasticas dee 11 en el INEM DE Medellin

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